Esto iba a ser un comment, pero fue creciendo y creciendo sin control hasta llegar a ser otra entrada:
Alex, pienso que en sí una de las cosas que lo contemporáneo
tematiza, integra a las formas y reflexiona acerca de es la imposibilidad de la
transmisión de un mensaje. La idea de la transmisión obedece a un modelo de
comunicación donde el sistema se compone de un Emisor-Mensaje-Receptor y la
idea o mensaje es transmitida/o del emisor al receptor. Este esquema
comunicativo puede funcionar para la educación, la ciencia o la religión, ya
que lo se busca en estos sistemas sociales es eliminar la ambigüedad en el
grado máximo que sea posible: creando con ello la ilusión de que se transmite
un contenido "original" (idea, mensaje) del emisor al receptor.
En muchas de las manifestaciones de lo contemporáneo, por el
contrario, se posee la conciencia de que este modelo de comunicación como
transmisión de un mensaje E-M-R es una ficción, producto de una metáfora. Desde
un punto de vista absolutamente material, la conciencia humana es un sistema
operativamente clausurado (no podemos leernos los pensamientos), debido a ello
existe la comunicación: para compensar lo que Bataille llamaría la
discontinuidad del ser. O en palabras de Leibniz: somos mónadas vivientes que
son vecinas y carecen de ventanas. La diferencia es que en lo contemporáneo
esta conciencia de la discontinuidad entre las conciencias de dos hacedores es
experimentada como una ganancia y no como una pérdida: se gana polisemia,
ambigüedad, connotaciones, se enriquece la obra; en tanto que se pierde toda
posibilidad de un sentido unívoco-denotativo.
Me parece que lo contemporáneo problematiza precisamente el
tránsito entre el esquema comunicativo clásico (aún super arraigado en toda la
sociedad) E-M-R y un nuevo modelo constructivista que es más del tipo O-O: o
sea, observador-observador; o H-H: hacedor-hacedor (horizontal, no-jerárquico).
Esto implica que ya no existe un mensaje "original" que llegue más o
menos íntegro al receptor (según sus capacidades cognitivas individuales); por
el contrario, el mensaje no termina de construirse nunca, es emergente,
producto de lo que el O1 (observador 1) comprende y luego lo que el O2
recomprende.
Por tanto, respondiendo tu pregunta, pienso que este Manual
de Lectura de lo Contemporáneo debería plantear como primera lección el
tránsito del modelo E-M-R de la comunicación hacia el modelo O-O/H-H. No creo
que aún estemos libres de la idea de que existe un mensaje
"original", "esencial", que recuperar, que es el "genio"
del artista. Y precisamente lo que lo contemporáneo problematiza y parodia es
la ilusión de que este modelo aún sigue operando, además de preguntarse qué
alternativas nuevas existen (horizontales, no-jerárquicas).
Por otro lado, en la literatura ya se ha hablado de esto
desde hace mucho y nos llevan ventaja, ahí existe una conciencia radical de que
cada lector reescribe los libros. En ese sentido es que Mario Bellatin presenta
un texto en fragmentos, sin un mensaje completo, señalando con ello el proceso
mismo de la comunicación como una construcción emergente, incontrolable: se
deshace de sus libros echándolos a andar en la comunicación como algo que ya
escapa a su control; ese pequeño inicio de una idea en Inception del que
hablábamos el otro día, que va creciendo y complejizándose, hasta que logra su
autopoiesis.
Y aquí salta a la vista irremediablemente otra pregunta
filosófica: ¿Existe realmente una idea, en el sentido platónico, como distinta
a lo real, autónoma, con una forma clara y bien delimitada? Pienso que una de
las cosas "geniales" (haha autoparodia) del arte contemporáneo es que
aborda problemas filosóficos de altísimo calibre con una desfachatez e
irreverencia kínica. Y sin buscar respuesta, simplemente se limita a (re)mover
las preguntas, irritando y mostrando que incluso habría que replantear las
preguntas -para estar al fin en posición de comenzar a pensar, a hacer y a
desear en lo contemporáneo-.